La muerte como único sentido de la vida

Lectura de 12 minutos

Hablemos de la muerte

Hablar de la muerte siempre es un tema delicado. Primeramente, porque ¿Desde qué posición podemos hablar de la muerte? La muerte parece estar siempre presente pero también parece estar siempre ausente. En todo momento sabemos que vamos a morir, pero no nos gusta pensar en eso. A nadie le gusta pensar que se va a morir ¿O si? ¿Habrá alguien que todos los días de su vida recuerde que se va a morir? ¿Y alguien que lo recuerde en todo momento? Creo que podemos acordar que alguien que piense en todo momento que un día va a morir, es alguien, al menos, obsesivo con el tema. Entonces ¿Cada cuánto es prudente pensar en la propia muerte? ¿Y en la muerte del otro? La mayoría de las personas hemos experimentado la muerte de un ser querido, ¿Cada cuánto pensamos ella?

El tema referente a la muerte es un tema que a todos nos atraviesa existencialmente, algo se mueve dentro de cada persona al hablar de este tema porque cada persona tiene su propia relación con la muerte. Cada persona ha experimentado el sentimiento de ver morir a más o menos personas, ha sufrido más o menos muertes, pero nunca ha experimentado su propia muerte. Entonces, aunque haya diferencia de experiencia entre la muerte concebida como la muerte del otro, todos los seres humanos tenemos la misma experiencia sobre la muerte propia: nula. 

Los seres humanos, siempre hemos creído que todo lo podemos, desde nuestros comienzos, hemos dado batalla por el poder. Y la muerte viene como pared impuesta a frenar esa ilusión ilusa, valga la redundancia, para recordarnos que podemos con muchas cosas, pero no con ella. La muerte es la antítesis del poder humano, porque no importando lo que uno haga, siempre está muriendo. Cada segundo que pasa, es un segundo más cerca de la muerte. Podría quizá decirse que el tiempo de vida es la cuenta regresiva de la muerte, o que la vida es el camino hacia la muerte. 

La muerte es irremediable, no se puede hacer nada en contra de ella. Y al pensar en ella, siempre existe una contradicción entre la voluntad y la racionalidad: sé que me voy a morir pero no me quiero morir. Nadie se quiere morir, ¿verdad? 

Pero… ¿Qué es la muerte?

Antes que nada, hay que tener en cuenta que siempre que se habla de la muerte, de alguna u otra manera, esta está contaminado por la vida. Porque ¿Se puede tener una experiencia sobre la muerte? ¿Cómo podemos hablar de la muerte si nadie ha muerto? Toda concepción, interpretación, o idea que como humanos podamos llegar a tener de la muerte, siempre será en vida.

Básicamente la muerte puede ser concebida desde dos interpretaciones distintas. La primera es que la muerte es el final de la vida, y la segunda es que la muerte es simplemente un puente, un paso a algo más. La segunda interpretación tiene más problemas que la primera, porque en la primera simplemente se le pone nombre al final de la vida; sin embargo, en la segunda, se mistifica este final por medio de la concepción de que hay algo más después. Pero, pensemos por un momento, si hay algo más después de la muerte, entonces esta no sería muerte, sería simplemente una conexión entre el aquí y el allá. Pero ¿por qué existiría esa conexión?, si la muerte simplemente es un salto a otra vida, ¿por qué no mejor seguir con esta vida sin tener que morir para llegar a otra? ó ¿por qué no mejor nacer desde el principio en la otra vida?, ¿por qué es necesaria esta vida que estamos viviendo?

Al final de cuentas, es tan insólito morirse como haber nacido. Uno no acepta haber llegado a este mundo porque sí, y de la misma manera, uno no acepta irse de este mundo porque sí. A los seres humanos nos cuesta demasiado admitir que así como no tuvimos ningún tipo de inherencia en nacer (existir), no tendremos ningún tipo de inherencia en morir (dejar de existir). Nos cuesta muchísimo aceptar que la condición humana está estructurada en sus dos extremos por dos hechos absolutamente irracionales: el nacer y el morir, el existir y el dejar de existir.

Durante toda la existencia de la racionalidad humana, hemos tratado de resolver el problema de la muerte, de darle respuesta a este fenómeno tan inexplicable que nos atraviesa día a día, toda la vida, hasta que un día llega a nosotros. Quizá nunca hemos encontrado una respuesta contundente porque la muerte no tiene solución. Quizá la muerte no es un problema. Y si la muerte si es un problema, la problematización no necesariamente tiene que estar ligado a una respuesta. 

Pero ya hablamos mucho de la muerte, hablemos ahora un poco de su antítesis: la vida.

 

El sentido de la vida

Antes que nada quiero hacerte una pregunta: ¿Cuál es la necesidad de darle sentido a la vida?

La respuesta es que a la existencia humana no le basta con existir y punto, se le necesita dar sentido a la existencia, y ahí es donde viene la famosa “realización”. Realizar es una palabra rara porque viene de “real”; es casi como decir que a lo largo de nuestra vida nos vamos haciendo más reales poco a poco mientras esta pasa. Sin embargo, suponiendo que algo como la “realización” existe, al momento de realizarte, te tienes que morir, porque una vez realizado ¿qué haces?. Si al estar realizado, eres lo más real posible, no puedes seguir viviendo porque no puedes ser más real. Al estar realizado tienes dos opciones: o te mueres, o te desrealizas para realizarte de nuevo, no hay de otra. ¿Esta realización podría ser llamada el sentido de la vida?

Realmente hay dos posibilidades mutuamente excluyentes: o la vida tiene sentido, o la vida no tiene sentido. O la vida tiene sentido, o la vida es fruto del total azar. Y ambas posibilidades pueden causar tranquilidad dependiendo del punto de vista desde el cual se analicen. Piénsalo un poco: si la vida tiene un sentido predefinido, entonces quiere decir que alguien o algo tuvo que fijar ese sentido; si alguien o algo tuvo que fijar ese sentido, significa que hay alguien o algo que precede a la vida; y si hay alguien o algo que precede a la vida, hay algo antes y algo después de la muerte. Entonces tranquilo, hay algo después de la muerte y probablemente nunca morirás realmente. Ahora bien, si la vida no tiene sentido, entonces no hay nadie que fijó nada porque no hay nada, y la vida es lo único que tienes. Y como diría Nietzsche, vive la vida de tal manera que si al morir, te dieran la oportunidad de volver a vivir, elegirías vivirla tal y como la viviste.

Independientemente de si crees que la vida tiene sentido o no, si te pones a analizar las formas de vida de las personas y las creencias sobre el sentido de la vida que cada una tiene, te darás cuenta que prácticamente cada persona tiene un sentido personal de la vida. Para algunos es dios, para otros el amor, para otros la familia, etc. Y así podríamos seguir mencionando formas en que las personas le dan sentido a la vida. Sin embargo, ¿sería muy descabellado pensar que, como hay tantas formas distintas desde las cuales las personas le dan sentido a la vida, haya infinitos sentidos posibles?, ¿Podría cada persona darle sentido a la vida de una manera tan personal y única, que haya tantos sentidos de vida como personas en el planeta? Si esto es posible, entonces la vida tampoco tiene sentido. Los seres humanos basamos nuestro entendimiento del mundo en patrones de contraste y armonía. Si todo es verdad, nada es verdad. Si todo puede ser el sentido de la vida, entonces la vida no tiene sentido.

La muerte como sentido de la vida

¿Qué es el sentido de una cosa? Una definición que a mi parecer es bastante acertada, es que el sentido de una cosa es aquello sin lo cual la cosa no puede ser. Sé que puede sonar un poco confuso pero te pondré un ejemplo: ¿Cuál es el sentido de un carro?, sin duda es el transportar a personas; pues bien, el sentido del carro es transportar personas porque si el carro no transportase personas, no podría ser carro; un carro que no transporta no es un carro, es algo más, pero no es un carro; algo que no transporta gente no es un carro porque en la definición de carro está implícito el transportar gente. Haz la prueba y aplica esta definición de sentido a varias cosas de las cuales sepas su sentido, y verás que es infalible.

Ahora bien ¿Qué sucede si aplicamos esta definición del sentido de una cosa, y desarrollamos un poco la idea, pero con la vida? Te pregunto: ¿Qué es aquello sin lo cual la vida no puede ser?, ¿qué es aquello sin lo cual la vida podría ser otra cosa, pero no sería vida? ¿Qué es la única cosa que hace ser a la vida vida, y no cualquier otra cosa? Muy bien, es la muerte.

Sin la muerte, la vida no sería vida. Sin la muerte la vida sería otra cosa quizá, quizá sería gusertub, quizá sería urtbaserl, pero no sería vida. La única característica intrínseca en la vida, es la muerte. Lo único que tenemos seguro el 100% de seres humanos, es que un día, sea pronto o falte mucho tiempo, nos vamos a morir. Nada que esté vivo escapa a la muerte. Como mencioné en el primer apartado del blog, la muerte es la antítesis del poder humano. Podemos hacer lo que querramos pero no podemos hacer nada contra la muerte. La muerte es el único sentido de la vida porque va intrínseca en la definición de vida. La vida es vida por la muerte, y la muerte es muerte por la vida.

Es por esto que el análisis sobre la muerte quizá no te ayude a morir mejor, pero si te ayudará a vivir mejor. La relación que se tiene con la muerte, define un estilo de vida; en lo que más impacta nuestra relación con la muerte es en nuestra forma de vivir. Y lo mejor es que recordar constantemente que la vida tiene un final, no es angustiante, es liberador. La muerte es la prueba infalible que la vida es una existencia abierta. La muerte es el único sentido de la vida. Vivimos para morir, pero ¿cómo decidimos vivir? Esa es la verdadera pregunta.

Mis redes sociales: